domingo, septiembre 17, 2006

También llegué...

Que sí, también llegué a la mentada Convención. Y pos que descubro que me falta paciencia. Llegué por 20 de noviembre, y lo primero que me encuentro son gafetes de regalo para ser convencionista. Coleccioné cuatro. Y con mis cuatro cartas en al mano, me fui al zócalo pensando en que mejor debía de irme a beber una cerveza. En casi llegando al zócalo, que me dan un volante. Lo veo y ¡guau!, los resolutivos de la Convención, listos para ser votados. Seguí caminando y mi sed aumentaba. Justo en la esquina de 20 de noviembre y Zócalo, un compa gritando, intentando decir dónde debía ir cada quién (nadie sabía a ónde debían ir los de Querétaro y se hacían bolas si una u otra delegación del DF debían ir a Madero o 5 de Mayo). Sonreí un poco. Pensé: mta, el desmadre está bien, mucha gente, casi nada de organización. ¿Será adrede el asunto para que el tiempo pase y después solo alzar manita? Me dije que sí. Así, ya sin ánimo, me fui al salón Corona. Estando allí, me encontré a viejos y nuevos conocidos. El mejor resumen del evento me lo dio uno de los organizadores de la Convención, que hasta anoté en un papelito: "Pinche Isaac, no te azotes, no especules. ¿Para qué debatir? Tan sólo se trata de una ficción jurídica para darle legitimidad a un asunto político". Tomé mi tarro de cerveza y brindé a salud de la ficción, que eso sí, tuvo harta gente.

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