martes, septiembre 19, 2006

El valor de lo estético.

Nuevas Luchas. – Después del la muerte de Buda, se mostró aún durante siglos, en una cueva, su sombra – una sombra colosal y pavorosa. Dios ha muerto: pero, siendo los hombres lo que son, habrá acaso aún por espacio de milenios cuevas donde se muestre su sombra. -¡Y nosotros – tendremos que vencer también a su sombra! Nietzsche, F. Gaya Ciencia. Fontamara. § 108.

En el conjunto ranero osadamente auto-crítico, tuvimos la idea de ir a la CND para ver qué pasaba; qué sucedía. Creo que en el fondo teníamos el rayito de esperanza de que las bases del movimiento sobrepasaran a los líderes, pero también y no tan al fondo, sabíamos que lo que pasó era mandato divino. Inevitable.
Llegamos al punto de reunión: segundo árbol a la izquierda de catedral, entre ésta y la plancha. Ahí se encuentran situados nuestros curules oficiales. Estuvimos cabildeando y por más extraño que parezca, había gente que creía que algunos de nosotros podría informar sobre el estado del desmadre aquél: ¿Cómo se votará? Y ese tipo de preguntas.
De lo único que estábamos seguros era que nos habían quitado el sistema de voto electrónico y todo se resolvería por votación económica (el famoso manitometro).
La historia la conocen, el resultado estaba dado aún antes de levantar nuestras manitas ya que la mayoría no siguió la regla y levanto las dos manos. En pocas palabras, la masa (como se describió un honorable convencionista) nos mayoritió.
La intención (desde un principio ilusa) era promover el diálogo, que las propuestas de la Corte Celestial se pusieran a discusión.
Cada vez que pedíamos la palabra se nos apagaba el micrófono. Es increíble como aún en las instituciones que hoy desconocemos, por votación de la mayoría de la masa, existen procedimientos más democráticos.
En el momento de votar por las comisiones en un solo paquetote de nombres (varios dudosos), promovíamos la posibilidad de analizar nombre por nombre, cuando un par de convencionistas nos increparon bajo el argumento de que el lugar del análisis se había dado tiempo atrás, que éste era el momento de votar o callarnos, que llevaban 3 horas aguantándonos (la neta fue más tiempo, pues nos chutamos la lluvia, los bomberos y todos los discursos); por detrás nos gritaban panistas y una señora nos indicaba que el modo en que pensábamos y emitíamos nuestro voto se veía mal.
Nunca pensé que la estética y la filosofía política tuvieran, en la teoría pragmática, un lugar tan cercano. A partir de está experiencia no me quedará de otra que revisar y reformular los conceptos filosóficos con los que creía comprender algo del mundo.
Aún con todo, me alegró mucho ver que ante las diferentes propuestas de la Corte Celestial siempre hubo disidencia. Desconfío mucho de la unanimidad.
Hoy, días después de la CND nombrara a AMLO como nuestro presidente legitimo ( no con nuestro voto que fue en el sentido coordinador) sigo preocupado por el mismo dilema: el mandar a la goma este gran teatro es darle carta en blanco a FECAL para que haga de nuestro país lo que quiera; no aprovechar la capacidad de convocatoria que tiene Jesús “el salvador”, es no entender el momento político que vive el país.
Pero cómo hacer para que en vez de la mega región que celebraremos para conmemorar al padre simbólico del movimiento el 21 de marzo, se realice, como lo que debe de ser, una real y auténtica convención que tome en cuenta la agenda nacional con mecanismos verdaderamente democráticos.
Inesperado, empiezo a entender a los retractores del relativismo posmoderno cuando veo los absurdos y contrasentidos que pueden aparecer ante la interpretación pejista de conceptos tales como: convención, nacional, democracia, progresista, institucionalidad, verdad, realidad, etc.
Yo que siempre he recurrido a la famosa frase de Nietzsche que a la glosa dice “No existen eventos, sólo interpretaciones.”, después de ver el fervor con que la masa irradiaba amor a su líder, me pregunto: será que AMLO es el superhombre y mi deformación profesional no me permite verlo. Por suerte todavía me contesto, como buen nihilista, de forma negativa.

Veracidad. – Aplaudo Cualquier escepticismo al que me sea permitido replicar: ‹‹¡hagamos la prueba!›› Pero no quiero saber nada más con las cosas y cuestiones que no admiten el experimento: ése es el límite de mi veracidad: pues ahí la Valentía ha perdido sus derechos. Nietzsche, F. Gaya Ciencia. Fontamara. § 51.





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