martes, septiembre 19, 2006

Estampas de la CND

Estampas de la Convención (y otras contradicciones nacionales y democráticas)

16 de septiembre, 2006. Centro de la Ciudad de México.

Llegué al Café La Habana a las 11 en punto. La cruda generalizada del grito hacía ver el lugar bastante vacío, así que me posicioné en una mesa junto a la ventana, para ver pasar la realidad mientras le hacía los honores a unos chilaquiles verdes acompañados de su correspondiente jugo de naranja. Había quedado de verme con Alicia en ese congal, pero nomás no llegaba, pues la imposibilidad del encuentro ha sido el sino invencible de nuestra amistad desde la más remota de nuestras infancias. Una vez resignado me dediqué a observar cómo poco a poco el lugar se empezaba a llenar de convencionistas dispuestos a apuntalar su entusiasmo con harta cafeína y huevos al gusto.
En la mesa de al lado se sentó una pareja que rasguñaba los cincuenta que exhibían con orgullo los gafetes que los acreditaban como delegados a la Convención Nacional Democrática. Sin mediar preámbulo me abalancé sobre ellos: que cómo ven la onda de la Convención; que por qué Presidente y no Coordinador; que cómo le vamos a hacer para quitarle el andamio (y dejarle la brocha) al Fecal... y así. Decían que sí, que lo mejor era la presidencia alternativa (no entendí muy bien por qué); que había que evitar la privatización educativa y parar la ofensiva de los medios; que teníamos que plantarnos en todos los actos de Calderón, por lo menos pa mentarle la madre; que más valía estar bien comunicados entre todos para poder responder a tiempo y otras cosas.... Resultó que eran profesores de la Vocacional 5 (de ahí mero, de Bucareli) y que desde el 68 estaban involucrados en las “causas justas del pueblo mexicano”. De a poco empezaron a llegar otros colegas suyos y la conversación se volvió cada vez más vertiginosa. El aire se iba llenando caóticamente de palabras y frases de palpitante actualidad: espurio, usurpación, por-el-bien-de-todos, camarilla, primero-los-pobres, plantón, presidente, guerra-sucia, jefe-de-grupo, yunque, ultraderecha, traición, grito.

Sigo creyendo que no se puede mandar al diablo a las instituciones sólo parcialmente. De modo que me parece poco menos que demente llamar a un nuevo constituyente invocando el artículo 39 de una Constitución sobre la que se han levantado las instituciones caducas que hoy se intentan demoler, al menos de palabra y omisión, que no de obra. Y lo que es peor: la dirigencia del movimiento resistente convoca a la construcción de un frente amplio (el mentado FAP) que posibilite la lucha, precisamente, contra las instituciones que han saqueado de legitimidad y de un mínimo sentido de justicia la vida política nacional... ¡Y lo primero que hacen es registrarlo en el Cofipe! Neta que no entiendo...

Entre todo aquel torbellino de fuego terminé platicando con una chava bióloga que se preguntaba por qué no había ninguna palabra sobre Atenco, sobre Oaxaca, sobre los mineros de Michoacán. “Yo creo –decía- que hay que estar preparados para enfrentarnos con la tira en la calle... Hay que inventar un ácido que podamos echarles a los granaderos en los muslos (la parte más vulnerable de su cuerpo). Que les queme un poquito la piel para ver si así se dejan de chingaderas. Es que esto no puede ser...”
Luego llegó al café Fernández Noroña, cultivando el entusiasmo de la banda, saludando a diestra y siniestra como saben hacer los profesionales. Lo consideré una señal suficiente para pedir la cuenta y moverme de ahí a toda velocidad. La huida fue tan veloz que en un parpadeo ya estaba en el monumento a la Revolución.
Sitiado por una tropa de camiones, magnavoces, convencionistas, sillas de plástico, mantas y vendedores de raspados, el monumento seguía ahí como un paquidermo malherido que ya sólo sabe morirse. Ahí estaban instaladas las mesas de discusión, una por cada uno de los cinco puntos de la Convención. La audiencia rondaba las mesas y de vez en cuando acompañaba alguna ponencia con aplausos y/o consignas. En la mesa correspondiente a la democratización de los medios una señora de Chihuahua se quejaba amargamente de la falta de medios alternativos, que a duras penas se conseguía La Jornada en Ciudad Juárez, y que ya estaba bien de que todas las iniciativas vinieran del centro. En la de Combate a la pobreza, un don elevaba una encendida arenga a favor de la puesta en práctica de economía comunitaria: “No hace falta hacer revoluciones; basta con organizar comedores comunitarios y van a ver cómo se resuelve el problema del hambre... Así como le hacen los menonitas... Lástima que sean una comunidad tan cerrada...”
La mesa de Defensa del Patrimonio se centraba en ver cuándo y de qué manera íbamos a colgar de los testículos a esa manga de ladrones que nos han robado hasta la memoria... Hay que decir que hasta el momento era la propuesta más concreta y convincente. En cuanto al Combate a la corrupción, era la mesa en la que se cosechaban más aplausos. Mentadas iban y venían, todas ellas justificadísimas: contra el Jefe Diego, los hermanos Bribiesca (acaso los vástagos de la más mentada de todas las madres ¿o la madre de todas las mentadas?), los Nacif, el Pemexgate... y así hasta el infinito. Para mi gusto faltaron las respetables mamases de Camacho, Bejarano, Chayito y Chucho Ortega, nomás por el puro gusto de democratizar la mentada y devolverle su profundo sentido de justicia social.

¿O qué? ¿La onda es legitimar el marco institucional solamente cuando funciona para los intereses de la dirigencia, y les da cierta cobertura ante la carencia glandular para afrontar una lucha directa contra las instituciones? Eso por no hablar de los diputados y los senadores. Creo que jugar con dos barajas en este momento sí es un peligro... Tal vez sea víctima de un romanticismo trasnochado (mea culpa) pero la solidaridad, el desinterés, el tesón que la gente ha puesto al servicio de la resistencia, son cosas con las que no se juegan. Si la dirigencia juega chueco (cual es prerrogativa de las dirigencias), le puede salir muy caro. Y el golpe emocional sumado al agravio acumulado forman un cóctel muy desagradable...

En cuanto a la educación todo estaba clarísimo: que privaticen a su chingada madre. Mientras todo esto sucedía, en medio de la romería teñida de amarillo y rojo, un grupo de enamorados decidieron contraer matrimonio colectivo bajo el cobijo del monumento, con cura y todo. “Bienaventurados los que luchan por la justicia, porque no conocerán la derrota”, decía, y después el sermón de acuerdo con la epístola de San Pablo a los corintios, según la cual, claramente lo dice, hay que contar ex voto por ex voto. Y un montón de mirones se santiguaban y seguían a pie juntillas la coreografía de la misa.
Los contornos de la plaza estaban tomados por una especie de tianguis militante en el que lo mismo te encontrabas la calcomanía demodadenovedad, que la foto de Juárez (bien peinadito), la del Che, el CD que le contiene mire los 20 grandes éxitos de la resistencia civil (incluida La Paloma, Inti Ilimani, Víctor Jara, Diego Torres y puntos intermedios). El botón rojo con la hoz y el martillo que alguien olvidó en un rincón; estrellas rojas del Ezeta (todavía...); el busto con la efigie del camarada Mao; la mirada perdida del general Zapata; la mano indomable de Flores Magón y su bigotito tieso; un cartel que ofrece 5 mil dólares por la captura de Pancho Villa. Coopere con la causa compañero. La miniatura de AMLO con la banda presidencial, los billetes falsos (del “Banco de la esperanza”), las banderas desteñidas y también las nuevas. Sufragio efectivo, Tierrra y Libertad, Voto por voto, Ni dios ni Amo, Aquí no se rinde nadie. En medio de tantas tradiciones militantes, tantos símbolos enterrados, revueltos, saqueados y vueltos a significar me encontré a Miguelo y Morena. Emprendimos camino rumbo al Zócalo con la pupila intoxicada y llenas de preguntas las mochilas.

Pero también creo que, mientras sean peras o manzanas, tiene sentido cerrar filas contra el Yunque, pero eso sí (como dijera ese gran poeta y pésimo guerrillero) desde abajo y a la izquierda. Mientras menos legitimidad tenga Calderón, será mejor para todos; y sí, mientras más débiles estén las instituciones habrá un mayor margen de maniobra para que los peatones como nosotros tengamos posibilidades de articularnos al margen de partidos y dirigencias.

... El resto ya lo contó Alicia. Sólo añadiría un testimonial de la tormenta: acaso por esa extraña modalidad de mística militante que últimamente profesan los escépticos, aguantamos el aguacero en el Zócalo sin movernos: Ana, Camila, Morena, Miguel, Emiliano, Álvaro y el Tagüer, bajo el cobijo del impermeable de Miguel. Por alguna razón inexplicable (como no sea la educación sentimental) nos quedamos ahí hasta que escampó sin que cruzara por nuestras cabezas la saludable idea de replegarnos. Será que el agua nos ubicó en nuestra condición de ranas; será que el ser humano es más extraño de lo que parece... Por lo demás, la Convención no me decepcionó porque de algún modo ya sabíamos qué esperar. Creo que nos sirvió toparnos con la banda, incluso al borde del jaloneo, y hablar y mirar (que no entender) de qué se está tratando todo esto...

Salud y revolución.
Tagüer.

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