jueves, noviembre 02, 2006

Ulises y el ardid de la soberanía



Hay que dar alerta. Ulises, acorralado, juega su última carta y por ello es más peligroso que nunca. Ya logró que la Policía Federal Preventiva (PFP) y otras fuerzas militares invadieran la ciudad de Oaxaca, sin embargo, ahora, esta ocupación es un arma de dos filos para el ex gobernador y su gavilla: es la única y limitada forma de mantener a raya su odiada Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) en la capital; pero también, señala el fin de Ulises, el reconocimiento de su absoluta incapacidad para gobernar y, por consiguiente, confirma que la federación lo desplaza y asume el control del conflicto. Con la PFP Ulises se sacó el tigre de la rifa. Él lo sabe. Por eso, el nuevo daño que nos quiere infligir puede ser insuperable. Acaba de sacar la carta que le quedaba: la defensa de la Soberanía. Por eso alerta sobre alerta: ellos, los Funestos, quieren llevar al extremo los enfrentamientos entre Nosotros.

Ya se veía venir: un día la estúpida ceguera de la clase política nacional terminaría rindiéndose ante la realidad de Oaxaca. No digo que la comprendieran: simplemente digo que al chocar con la dura realidad, la mayoría de los diputados federales y senadores comenzaron a sospechar que el Movimiento popular oaxaqueño es todo menos lo que ellos imaginaron. Han comenzado a ver, tardísimo, es cierto, que a los ciudadanos rebeldes en Oaxaca los mueve la dignidad, entre muchas cosas más.

Ulises Ruiz Ortiz lo sabía. Si pendejo no es. Culero, eso sí, lo que se dice, un mal hijo de perra. Por eso, desde hace un par de meses ha dosificado, en sus declaraciones, bajita la mano, una interpretación tramposa de la soberanía estatal. Avisos a la federación de que como gobernador estaba dispuesto a jugar esa carta, la postrera, si en la relación de fuerzas nacional le tocaba la de perder. En la historia de Oaxaca existen antecedentes de rupturas soberanistas de la entidad con el orden federal. La última vez que ocurrió fue entre 1915 y 1920. Eran avisos: mira Fox, si me sueltan les armo un caos, les reviento el pacto nacional, me separo con todo y mi Oaxaca, por que es mía, le dice Ulises, y pongo en jaque la integridad de la federación. Esporádicas amenazas en voz baja. Ruiz Ortiz mandaba el mensaje: le quedaba claro que había perdido, que jugó y perdió en el frustrado desalojo magisterial del 14 de junio. Pero estaba dispuesto a jugar tan sucio que usaría, si lo dejaban caer desde la ciudad de México, el recurso extremo pero fundamental de todo gobernador: el principio de Soberanía.

Y por fin, los vergonzosos legisladores lo dejaron caer el 30 de octubre. Senadores y diputados, incluyendo el coordinador de su mismo partido, el PRI, en la cámara baja. Lo dejaron caer porque reconocieron que Ya cayó. Por eso, Ulises rompe con sus cómplices federales y se repliega y cumple su amenaza: si a esas vamos, dice el Non grato, les pateo el tablero y a ver cómo juegan con Felipe Calderón. Los del PAN lo sabían, por eso, a pesar de la repugnancia que a algunos Ulises les causaba, lo sostuvieron. Sabían de la endeble condición de Fecal, por eso preferían mantener, aunque fuera con sangre, a la manzana podrida que alguna vez fue de Chalcatongo. Sin embargo, el costo de la bestia resultó demasiado alto y tardiamente recularon: Oh oh, se dijeron los del PAN, saquen a ese maldito animal infecto.

Por eso Ulises ayer desconoció al poder legislativo federal. Porque los dizque representantes populares le lanzaron un desesperado exhorto al ex gobernador para que se de una buena vez largara. El Congreso de la Unión acabó por darse cuenta de la magnitud del daño que Ulises ha causado a los mexicanos. Descomunal avería. Pero Ulises, miserable como es, esta empeñado en destruir todavía más. Se divorció definitivamente de la realidad, se extravió sin remedio en la enfermedad del poder y antes de su caída total, esgrime controversias constitucionales en contra de las competencias de la autoridad nacional. Como está acorralado, se juega su resto. Invoca la defensa de la soberanía del estado de Oaxaca para protegerse en su último refugio: su red de caciques locales. Ya que en la ciudad de México lo abandonaron por indeseable, ahora Ulises se atrinchera en una supuesta soberanía estatal violentada.

Después de lastimar profundamente al pueblo de Oaxaca, ahora quiere estropear aún más al Estado nación. Atrás quedó la amenaza velada, hoy Ulises inicia su última jugada, como dijimos, la más peligrosa de todas. Porque implica formalizar la ruptura nacional y el enfrentamiento entre los oaxaqueños y los mexicanos.

Ulises no sabe de Historia, no respeta la ley ni tiene dignidad, pero tiene sus asesores. Por eso, en su desesperación, presenta a los poderes federales como agresores de la soberanía estatal, es decir, recurre a la expurgación del otro, a la designación de un chivo expiatorio, a establecer a la federación como el enemigo común de los oaxaqueños. Al invocar una soberanía agredida busca ahora cerrar filas en su feudo local, y establecer a esta supuesta soberanía en riesgo como el símbolo de unidad en torno a su necedad de permanecer como un imposible gobernador virtual. Y nosotros sabemos que a Ulises Ruin nada le importan las vidas que su locura cueste.

Por eso decimos Alerta. El Sátrapa que Ya cayó quiere más sangre, más muerte, más miseria. Quiere construirse una barricada con el cuento de la soberanía estatal agredida. Reinterpreta el pasado, apela a la experiencia histórica del pueblo oaxaqueño y busca manipularle una fibra muy sensible, su soberanía. Recordemos que soberano significa superior, es decir, que al invocar esta noción busca protegerse en la entelequia del Estado Libre y Soberano de Oaxaca, explotar con toda mezquindad el legítimo amor a la matria, a la patria chica, exacerbar el chovinismo y aislar a los oaxaqueños en una delirante burbuja. Sabe a final de cuentas, del frágil sentimiento nacionalista del oaxaqueño, y de la primera importancia, en cambio, que este pueblo le da al ámbito regional, al terruño.

Alerta porque Ulises quiere forzar los tiempos y espacios políticos. Y lanzar a Oaxaca al precipicio: piensa que puede repetir, por sus mendigas pistolas, el movimiento separatista que comenzó hace 91 años. Ulises juega con fuego en el 2006, porque sabe de nuestra afición por los estallidos centenarios.

Alerta: no permitamos que el asesino de Ulises nos arrastre junto a este nuevo y viejo canto de la sirena. El único que puede invocar auténticamente la defensa de la soberanía es el valeroso y digno Pueblo de Oaxaca.


Copypeisteado de: www.coletilandia.blogspot.com

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